Blog Personal De Chema Alonso Sobre Sus Cosas

Hoy estaba a punto de saltarme la publicación del post. He tenido un día intenso y sigo metido en mil proyectos, mil cosas del trabajo, mil cosas que pasan por mi cabeza, y publicar en el post ha pasado a un segundo plano en el día de hoy. "Ya veré qué hago al final del día con el post", me he dicho a mí mismo. Y he llegado a las 20:00 a sentarme delante de la página en blanco del blog.

Figura 1: Blog personal de Chema Alonso sobre sus cosas

Y he estado mirándola un rato. He mirado hacia dentro de mí. He mirado hacia fuera de mí. Y he desechado muchas cosas de las que escribir. Cosas que antes, probablemente hubiera compartido con vosotros. Pensamientos sobre muchos temas de actualidad que seguro que son interesantes para analizar con vosotros. Pero no. No me ha salido. He elegido hasta varios títulos para el post de hoy. Pero los he borrado.

Y estaba a punto de cerrar la pestaña y ponerme a hacer otras cosas como leer un libro, o ver una serie o película de superhéroes en Movistar+ o Netflix que estoy a punto de acabar Titans. Pero me he acordado justo de una viñeta de cómic que vi hace mucho tiempo, cuando aún no tenía ni blog. En él salía una persona en frente del blog y decía algo como "No sé de qué escribir", y otro le respondía: "Perfect! Blog about it!"

Y he pensado justo en eso.

Y es que los blogs nacieron como para ser un lugar personal de compartición de cosas desde dentro de las personas. Con la llegada de la Web 2.0. Un cuaderno de bitácora con fecha de entrada como forma de guiar la publicación de contenido. Y así lo sentía yo. Como un lugar personal en el que Chema Alonso compartía cosas con el resto de Internet. Y así nació El lado del mal. Como el sitio en el que una persona normal y corriente como era un chaval llamado Chema Alonso escribía sobre sus cosas. Cada día. Compartiendo opiniones, ideas, trabajos, actividades, cosas de amigos. Lo que hacía y lo que dejaba de hacer. Fresco y honesto. Así lo pone en en la cabecera.

Hoy en día, como el amor después de muchos años, se ha convertido en otra cosa. En un lugar en el que el mimo del contenido es mucho mayor. En el que he dejado que me ayuden a hacer que el blog sea mucho más que ese sitio de Chema Alonso sobre sus cosas. Un lugar en el que el contenido prima sobre la frescura de los textos, opiniones y publicaciones en general. Donde los artículos ya no están tan conectados con mi corazón como cuando comencé la relación con él y escondía muchos pedazitos de mí. Sí, es verdad que siguen estando ahí y que de vez en cuando dejo entrever cosas que que me tocan la papata, pero cada vez más ocultas.

Durante estos años, la relación entre este blog y yo me ha dado mucha tralla al corazón. Me ha exigido como la más exigente de las parejas. Y me ha dado tanta satisfacción como la de una buena noche con una copa de buen vino. También me ha permitido conocer gente maravillosa, y lo peor de los trolls y los tontos de turno que vagabundean por la red esparciendo sus complejos, miserias y mediocridad como persona.

Y hoy en día, mi relación con el blog es mucho más madura y menos pasional. Me controlo cuando voy a escribir para que el contenido sea más elaborado. Más "artículo" y menos "post" como el de hoy. Más trabajado y menos espontáneo. Con lo que siempre me han gustado a mí las cosas espontáneas esas que te sacan de tu zona de confort por obligación. E intensas. Un post siempre fue eso para mí. Frescura espontánea e intensa de emociones de juventud. Tocar las teclas de ordenador para escribir un post como el que teclea una melodía en un piano para enamorar a una chica.

Una carga intensa de emociones bailando entrelazadas entre palabras que salían de mí. De dentro de mí. Se retorcían por mi cabeza. Rebotando en las zonas de la mala uva, la buena uva, el sarcasmo o la honestidad. Para llegar a la parte artística y estética de mis manos que plasmaban con la yema de los dedos la obra que había salido en ese momento. Como una descarga espontánea. Como un "Elevator Pitch" directo. Como una descarga emocional en un ascensor. Con todas sus perfectas imperfecciones. Con toda la humanidad de los errores que cometemos las personas. Y no un post para hablar del tiempo que hace hoy. O el ransomware que hace hoy.

Pero es verdad que esto ya no es así. Ni este blog. Ni muchos blogs que existían antes. Ahora los blogs son medios digitales. Otras cosas distintas a lo que me llevó a mí a crear "El lado del mal" y elegir como nickname "Maligno". Poco puedo ocultar de esa descarga emocional de que os hablaba antes teniendo un blog llamado así y un nickname como éste. Seguro que si contrato un asesor de marketing, de comunicación, o de asesoría de presencia en Internet no me recomendarían nunca ni "El lado del mal" ni "Maligno". 

Al final, Maligno, El lado del mal, y los posts de este blog nunca pretendieron - ni el uno, ni el otro, ni las publicaciones diarias - que sus descargas emocionales fueran tomadas en serio. Nunca tuve en mente crear nada a partir de mis posts. Era más para guardar los conocimientos para mí, y descargar emocionalmente mis pensamientos y opiniones. Y compartirlas con amigos que me conocían o que me iban conociendo. De una forma natural y directa. Como en un primer amor. Sin tapujos. Sin frenos. Solo posts como conversaciones honestas alrededor de un café en esa cafetería donde charlas con alguien. O declaraciones de juventud con una cerveza sentado en un parque.

Posts como si fueran canciones de un disco que luego sonaban en directo en mis conferencias. Pero sin saber tocar la guitarrita como hacen esos compositores que enamoran a las chicas con acordes y arpegios melodiosos. Como los admiro. Como los odio.

Hoy en día sigo enamorado de este blog. Pero de otra forma. Y es verdad que anhelo aquellos arrechuchos en un rincón cualquiera del mundo. Por la noche en un ascensor si es necesario. Pero también disfruto la madurez de las cosas que publico. Tal vez la pasión de aquellos primeros posts se haya ido para siempre. Tal vez la vida ha hecho que los besos robados en la oscuridad de una discoteca se vean de otra forma. Tal vez hay que aceptar que el amor a los 20 no es igual que el amor a los 30, a los 40 o camino de 50. Es lo que hay. Pero, aún así....es amor.

Saludos Malignos!

Autor: Chema Alonso (Contactar con Chema Alonso)



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